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El hundimiento ocurrió a pesar de las advertencias de diversos organismos sobre daños incalculables al medioambiente, con impactos a la vida marina y las comunidades costeras.
La Marina brasileña anunció este viernes (03.02.2023) que hundió en el océano Atlántico un antiguo portaaviones francés que estaba fuera de servicio y que según la fiscalía estaba lleno de residuos tóxicos, en una decisión criticada por ONGs ambientales.
El «hundimiento planificado y controlado, ocurrió al final de la tarde» del viernes, a unos 350 km de las costas brasileñas, en una zona con una «profundidad aproximada de 5.000 metros», informó la Marina en un comunicado.
La decisión, anunciada esta semana, causó polémica, porque el antiguo portaaviones «Foch», de 266 metros de eslora, está lleno de amianto, pinturas y otros desechos tóxicos, según varias ONG y la fiscalía.
«Los restos de la embarcación actualmente cuentan con 9,6 toneladas de amianto, sustancia con potencial tóxico y cancerígeno, además de 644 toneladas de tintas y otros materiales peligrosos», afirmó esta semana el Ministerio Público Federal (MPF) de Brasil, que intentó frenar el hundimiento con múltiples recursos ante la justicia.
«Una nota técnica del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama) apunta hacia un riesgo de daños ambientales graves en caso de un eventual hundimiento, especialmente porque el casco está averiado», argumentaba el MPF.
Las ONG Greenpeace, Sea Shepherd y Basel Action Network afirmaron el viernes en un comunicado conjunto que el hundimiento viola «tres tratados internacionales» sobre medioambiente y causará daños «incalculables», con «impactos a la vida marina y las comunidades costeras».
Otras medidas «ambientalmente responsables podrían haberse adoptado, pero una vez más, la importancia de proteger los océanos, que son vitales para la vida del planeta, fue tratada con negligencia», dijo Leandro Ramos, director de Programas de Greenpeace Brasil.
El buque, que deambuló durante meses en el Atlántico sin puerto que lo acogiera, fue descrito como «un paquete tóxico de 30.000 toneladas» por la organización francesa Robin des Bois.
Pero la Marina y el Ministerio de Defensa de Brasil anunciaron la noche del miércoles que no había otra opción debido a su mal estado y tras no haber encontrado un puerto que lo recibiera. De lo contrario, «un hundimiento espontáneo» del casco era inevitable, señalaron.
La operación ocurrió poco después de la autorización de un juez de segunda instancia, que rechazó un pedido de la fiscalía, según la prensa brasileña.
La Marina asegura que escogió el lugar basándose en estudios técnicos propios que tuvieron en cuenta «la seguridad de la navegación y el medio ambiente».