Por Víctor Flores
Cuando en 1995 el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, privatizó Ferrocarriles de México, para favorecer a grandes empresas y luego irse formar parte del Consejo de Administración de estas nadie dijo nada, eran tiempo en lo que no había redes sociales, ni la libertad de expresión para cuestionar este tipo de acciones presidenciales cimentadas en el poder y en la corrupción, en detrimento del pueblo y los trabajadores.
Durante su mandato, el priista Ernesto Zedillo entregó ferrocarriles a empresas como Ferromex, Peñoles y Grupo Tribasa, y por mil 400 millones de dólares entregó una concesión a Transportación Ferroviaria Mexicana (TFM) y cuando terminó su administración como presidente, se fue a trabajar al Consejo de Administración de Unión Pacific, miembro de Grupo Ferroviario Mexicano GFM, conformado por Grupo México e Ingenieros Civiles Asociados (ICA).
Grupo México, de Germán Larrea, recibió nada menos que 33 concesiones durante la administración de Ernesto Zedillo, fue el principio del fin para los ferrocarrileros, una “puñalada” a miles de mexicanos.
Finalmente, el 4 de julio de 2001, en el Diario Oficial de la Federación se anunció la extinción del organismo público descentralizado Ferrocarriles Nacionales de México y el país se quedó de facto sin transporte ferroviario.
- Los inicios
Los inicios del ferrocarril en México se remontan a las concesiones otorgadas por Maximiliano I de México, continuadas después por Benito Juárez.
- Fue durante el mandato de Porfirio Díaz, bajo su gobierno de 30 años que se fue desarrollando la mayor parte de las vías férreas que actualmente existen.
Los Ferrocarriles Nacionales fueron creados por Porfirio Díaz en 1907 y el 23 de junio de 1937 nacionalizados por el presidente Lázaro Cárdenas.
- La puñalada férrea de Ernesto Zedillo
La decisión del ex presidente Ernesto Zedillo, de privatizar ferrocarriles, no solo fue una traición a la patria para favorecer a los ricos, sino que fue una puñalada al pueblo mexicano, ya que la medida dejo sin transporte ferroviario a casi todo el país.
En varias regiones de nuestro querido México, el ferrocarril era el único medio de transporte para movilizarse y sacar los productos y mercancía de los pueblos.
Eran, en muchos casos, el único medio para la movilidad de miles de mexicanos que se quedaron aislados y sin futuro.
La desaparición de los trenes que conformaban la empresa paraestatal Ferrocarriles de México (Ferronales) no solo dejo sin trabajo a miles de ferrocarrileros, sino que llevo a cientos de pueblos de la pobreza a la miseria.
- En el sureste del país, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán, la desaparición del ferrocarril fue una estocada a miles a trabajadores ferrocarrileros, las estaciones de trenes y talleres quedaron en ruinas.
En el sureste del país fui testigo de cómo muchos pueblos se quedaron incomunicados y sus habitantes destinados a la miseria, con la única esperanza de emigrar y abandonar sus pueblos.
Mi padre, trabajó 30 años en ferrocarriles (1956 a 1984), en Tabasco y en Campeche, mi vida de niño y de joven estuvo estrechamente ligada a los trenes, viajé y trabajé en ellos, me gané la vida en esos vagones del tren vendiendo alimentos y otros productos.
- Disfrute de los tiempos de gloria del ferrocarril y también viví en carne propia la puñalada de Ernesto Zedillo, de esa traición al pueblo de la que nadie habla, sé muy bien de lo que hoy escribo.
Vi morir a toda una generación de ferrocarrileros, que tras la extinción del ferrocarril, sus familias perdieron casi toda esperanza de vida, de trabajo y de progreso.
- La 4T y el tren de la esperanza
La llegada de los primeros vagones del Tren Maya a Quintana Roo, a esta tierra fértil, a donde emigré hace 26 años y renací en busca de oportunidades, es sin duda el tren de la esperanza.
No tengo duda alguna, de que será el motor del nuevo desarrollo económico del sureste y del Caribe mexicano.
Un tren que nos devolverá la conectividad, la movilidad, las oportunidades, el trabajo, desarrollo y que será el engranaje para lograr el éxito de esta región que por años fue abandonada por los gobiernos anteriores.
- El sureste tiene agua, vegetación, cultura, historia, bellezas naturales, industria, comercio y turismo, pero sobre todo tiene gente trabajadora que sabrá aprovechar la llegada del nuevo tren del progreso.
El Tren Maya, será un revitalizante económico para el sureste del país, que dará empleo a mexicanos de otras regiones y de otras latitudes del mundo que aquí convergen.
Difiero de sus detractores, de quienes lo critican, porque se lo que significa esta obra histórica para el desarrollo del sureste mexicano.
Reconozco que en el caso de Quintana Roo, hay cierta fragilidad del suelo, pero se exagera cuando se habla de daño al medio ambiente, porque hubo una campaña financiada por intereses para frenarlo.
Solo por citar un ejemplo, en Yucatán hay más de 9 mil cenotes y durante años hubo un ferrocarril que llegó hasta Valladolit, aquí en las cercanías de Quintana Roo y no hay registro alguno, no lo encuentro, de algún derrumbe o daño al medio ambiente.
En Quintana Roo este tren es el eslabón que conectará al sur con el norte del estado, que integrará a las zonas arqueológicas, atractivos y destinos del Mundo Maya para conformar circuitos ecoturísticos, como lo hay en Suiza, en Francia y otras regiones montañosas del mundo, donde el paisaje verde es el principal atractivo.
A diferencia del viejo ferrocarril que remató Zedillo, el Tren Maya es un tren moderno, de lujo, confortable, con clima, eléctrico y a doble vía en algunos tramos, respaldado también por un tren de carga.
El progreso no está peleado con el medio ambiente, son los intereses ajenos los que hacen ruido, el éxito genera más éxito y progreso. En el sureste de México y en Quintana Roo, el tren va a pitar, llueva, truene o relampaguee.
FACTA NON VERBA